lunes, 17 de septiembre de 2007

¿Pateras? Todavía son pocas

El artículo que viene a continuación, me parece que merece reflexión y comentarios. Espero los vuestros.


LA VERDAD 17/09/2007

LA ZARABANDA

GARCÍA MARTÍNEZ

¿Pateras? Todavía son pocas


Iba a ocurrir antes o después. Que Murcia tenga salida al mar y que la gente en África se tire al agua huyendo de la miseria, hace que también nuestra costa sea, cada vez más, punto de llegada de pateras repletas de inmigrantes o de sus cadáveres.

Y esto no es más que el comienzo. Por mucho que algunos sean devueltos a su país de origen, el sin vivir que soportan viviendo allí seguirá moviéndolos a embarcarse una y otra vez en la aventura terrible de alcanzar, a pesar de todas la dificultades, lo que ellos entienden que es el paraíso.

Digo que esto empieza ahora, porque no hay visos de que los países pobres vayan a desarrollarse lo bastante a medio plazo como para que la emigración no sea inevitable. Cada día vendrán más, aun cuando sepan, como lo saben, que pueden morir en el intento.

Los ricos del que llaman primer mundo tenemos que purgar el disfrute egoísta de un bienestar que se nos ha dado porque hemos tenido la suerte de nacer aquí. Nos encerramos en nuestro territorio en tecnicolor. Y cada vez que nos llegan los lamentos de los pobres, miramos para otro lado. Adormecemos nuestra mala conciencia, en el mejor de los casos, dejando unas pocas monedas en el cestillo de cualquier ONG. Y ya con eso dormimos tranquilos.

Pero ha de llegar el momento en que miles y miles de negritos hambrientos aborden esta nave repleta de oro que es Europa. No se puede sostener eternamente que, en un mundo que es de todos (y ya tan global), unos se sacien, en tanto que otros se mueren de hambre y enfermedad.

Esto es algo que va contra la lógica. Vista desde muy arriba, la Tierra es una canica. Y todos sus pobladores somos el resultado de la misma fatalidad. Quien sea o lo que sea nos ha instalado en un mundo cuya justificación ignoramos. Pero sí es sabido que nacemos desnudos y que nuestra naturaleza requiere, para subsistir, el imprescindible alimento.

No se trata de ser catastrofista, ni de meterle miedo a nadie. Basta con atenerse al sentido común. Si la fe mueve montañas, el hambre mueve cordilleras. Y caerán sobre nosotros los hambrientos, para pedirnos pan y también cuentas. Les hemos mostrado lo bien que vivimos. Y ahora ellos quieren lo mismo o, por lo menos, parecido.


Powered by ScribeFire.