INTERCAMBIO DE INFORMACIÓN CON COMUNIDADES CRISTIANAS DE BASE Y MOVIMIENTOS AFINES.
lunes, 30 de abril de 2012
El silencio de los obispos
José Mª Castillo,
28-Abril-2012
Hace unos años, se hizo famoso un film que llamó la
atención de mucha gente: “El silencio de los corderos”. Una historia patética
que analizaba la extraña personalidad del doctor Lecter, un siquiatra
desquiciado, amalgama de dos facetas contradictorias. Por una parte, el hombre
culto, refinado, de modales exquisitos. De otro lado, el “alter-ego” de este
tipo desajustado, cínico, manipulador, que castiga sin piedad a quienes dan
muestras de “malos modos”.
Pues bien, si recuerdo aquí esta historia y el
poder destructivo que tal historia contiene, es porque “el silencio de los
corderos”, me evoca una de la experiencias más fuertes que estamos viviendo en
estos días. Me refiero, no ya al “silencio de los corderos”, si al “silencio de
los pastores”, utilizando el título que se asignan a sí mismos los obispos.
Estos hombres que, como el mencionado doctor Lecter, aparecen, ellos también,
como una amalgama de dos facetas contradictorias: el refinamiento de los modales
exquisitos y la manipulación cínica del que va por la vida castigando los “malos
modos”.
Todo esto viene, como anillo al dedo, para ayudarnos
a pensar lo que estamos viendo y viviendo desde el día en que el PP ganó, con
mayoría absoluta, las últimas elecciones generales. Ante todo, porque no puede
uno quitarse de la cabeza esta pregunta molesta: ¿cómo se explica que la opción
política más afin a la Iglesia sea la que peor trata a los pobres, a los
inmigrantes, a los sin papeles y sin techo, a todos aquellos, en suma, que
fueron los más cercanos al que la Iglesia considera como su fundamento y su
modelo, Jesús de Nazaret? Es duro afrontar esta pregunta. Porque, aparte otras
consideraciones, es una cuestión que inevitablemente lleva derechamente a otra
pregunta aún más incómoda y desagradable. Quiero decir: ¿en qué religión creen
los que siguen defendiendo la gestión del actual Gobierno de España? Y, lo que
es aún más fuerte, ¿en qué o en quién creen nuestros obispos?
No estoy sacando las cosas de quicio. Basta leer los evangelios
para darse cuenta enseguida de dos cosas: 1) Lo que más le preocupó a Jesús fue
el problema de la salud de la gente, sobre todo de la gente pobre. Prueba de
ello es que rara es la página de los evangelios en la que no se habla de
enfermos y de curaciones de enfermos. 2) Jesús relaciona constantemente la fe
con las curaciones. “Tu fe te ha curado”, dice una y otra vez el Evangelio. La
fe en Jesús se traduce en salud. Es interminable la lista de textos que sería
necesario recordar aquí. Lo cual quiere decir que el que tiene fe, lo primero
que hace es procurar, por todos los medios que tenga a su alcance, para que el
problema de la salud sea lo más eficaz posible y alcance, sobre todo y ante
todo, a la gente que más lo necesita. Exactamente lo mismo que hizo Jesús.
Por supuesto, nosotros no podemos hacer milagros. Pero sí podemos
exigir a los gobernantes que la atención sanitaria esté debidamente garantizada,
ante todo, para quienes más la necesitan. Más aún, cuando los gobernantes de
este país, desde su mayoría absoluta, le han metido la tijera a todo lo que se
les ha ocurrido, sobre todo a las partidas presupuestadas para los más pobres y
desamparados, ¿cómo se explica el silencio de los obispos sobre este asunto
concreto precisamente? ¿por qué se callan en esto, que es tan grave? ¿por qué
ahora justamente dan pie para que se hable tanto contra los homosexuales y su
apremiante “curación”? ¿no es sospechoso que hayan desviado la atención hacia el
problema de los gays y lesbianas cuando nos hemos enterado de que la partida del
presupuesto que se destina a la Iglesia ha quedado intacta? Yo sé que en la
Iglesia hay muchos obispos, cientos de sacerdotes y legiones de laicos
cristianos que no están de acuerdo con estas cosas. Pero también es cierto que
quienes más poder tienen, en esto de la religión, son los que deciden lo que se
dice y lo que no es “prudente” decir, ni “se debe” decir. ¿Por qué dejar que las
cosas sigan así?
Es mucha la gente que en España se hace
estas mismas preguntas. O pregustas, sin duda, mucho más graves y apremiantes.
Por esto precisamente, porque se trata de un silencioso clamor popular, por eso
digo estas cosas. Porque es mucho lo que me importa la Iglesia. Y porque sé que
la Iglesia sigue teniendo fuerza y poder ante la opinión pública. Yo me pregunto
qué habría pasado en España si los obispos en pleno se hubieran plantado ante la
reforma del mercado laboral, los recortes en educación y sanidad, las duras
decisiones que se han tomado contra los inmigrantes… ¿Estaríamos como estamos?
¡Qué ocasión está perdiendo nuestra Iglesia para clamar, como clamaban los
profetas antiguos, que no hay derecho a hacer las cosas que se están haciendo!
Por eso, porque me importa tanto el dolor de los pobres y el descrédito de la
Iglesia, por eso clamo, como voz en el desierto, ¡Basta ya!
[Tomado del blog de JM Castillo Teología sin fronteras
27-4-2012]
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